Forma parte de una de la tercia atópica y generalmente aparece en la infancia; en ocasiones continua por toda la vida, se trata de la dermatitis atópica, que de acuerdo con las investigaciones que existen entorno a esta enfermedad indican que es genéticamente determinadas y no es contagiosa.
Fue descrita por primera vez en 1808 como entidad de tipo prurigo, caracterizada por lesiones de morfología y distribución específica, de acuerdo a la edad, reaccionando a ciertos estímulos ambientales irritantes o alergénicos. Es considerada como una de las dermatitis más agresivas que existe por lo que es una enfermedad crónica incurable que debido a sus síntomas puede afectar significativamente la calidad de vida de los pacientes.
Pero fue reportada desde 1891 por Brocq y Jaquet, denominándole “neurodermatitis diseminada y del sistema nervioso” y hasta 1993 se le asigno su nombre actual como dermatitis atópica que significa respuesta fuera de lugar, otorgado por Hill Sulzberger.
Las personas que viven con esta patología ven sus efectos en la piel como es el enrojecimiento, hinchazón y lesiones, pero también sienten el efecto debilitador que tiene en sus vidas diarias, como el picor persistente, la piel agrietada, gruesa y supurante. Además, esta afección puede provocar efectos psicológicos negativos tales como alteraciones del sueño, ansiedad, depresión o aislamiento
El tratamiento está determinado por el carácter multifactorial y suele ser motivo de grandes controversias ya que no existe uno solo o especifico. La terapéutica va de acuerdo a la edad y el grado de afectación. Ante esta situación solo se conocen dos tipos de tratamiento médicos que van desde tópico y sistémico.
Bibliografía
